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Bienvenid@s a mi lucha, espera, alegrías, lágrimas y esperanzas en mi deseo de ser madre.

lunes, 17 de noviembre de 2014

11/11 El día que mis lágrimas fueron de felicidad

Me parece increible escribir esta entrada. Apenas he puesto dos letras las lágrimas han empezado a inundar mis ojos, pero hoy esas lágrimas son de felicidad, porque a mi lado, mientras os escribo, tengo a mis niñas durmiendo una junto a la otra, acurrucadas, sin saber el largo camino que sus padres han tenido que recorrer para darle los millones de besos que ya les hemos dado y los miles de millones que vendrán.

Los monitores mostraban cada vez mas contracciones, yo cada vez mas pesada pero feliz porque parecía que la pequeña ganaba algo de peso,...y llegó el día 11. En un control el médico, al ver que la peque no ganaba ya tanto y que yo perdía fuerzas, me dijo:¿Y tu marido? - Pues ha ido a llevar a mi suegra a su casa. - Vaya hombre, pues dile que vuelva, porque te bajamos ya a partos - Pero...vamos a ver, el parto para cuando?  - Pues yo diría esta tarde u esta noche y natural.

Que cara tendría que el matrón de la lado se empezó a reir y me dijo: vaya si te ha cambiado la cara! y yo pensaba: y mi vida!

Hecha un manojito de nervios llamé a mi marido y le dije que volviera, mientras recogía todas mis cosas después de tantos días allí. Llamé a mis padres para darles la noticias: donde estais?? - en el super, porque? - pues compradme un paquete de pañales y avisad a mis hermanas, porque me bajan a partos.

Me bajaron y mientras esperaba la analítica de la epidural dilaté hasta 4-5cm...En ese paritorio, con la oxitocina, iba llegando el momento., y no dejaba la mano de mi marido. Ya con la epidural iba dilatando a buen ritmo, hasta que llegó el momento de la verdad. Llevaron a mi marido a la sala de espera porque según nos dijeron al estar preparado la segunda opción de la cesárea por ser gemelar no podía pasar. Que rabia nos dió!....y me llevaron al quirófano.

La gente entraba y salía y yo pensaba para mi que no podía ser verdad lo que ocurría. Un chico muy simpático hablaba conmigo, explicándome que empujara cuando él me decía aunque no notara nada....

Y a las 20:18 nació María con 1.920.....y mi vida empezaba a cambiar. La pusieron junto a mi cara " Mira tu niña! es una muñequita!!" y yo no paraba de darle besos mientras decía mi niña mi niña mi niña... Ella con los ojos muy abiertos, muy tranquila me escuchaba, y yo casi sin fuerzas no paraba de besarla.

A las 20:20 y tras otro dos empujones Alicia con 2.330 puso fin a diez años de sufrimientos, lloros y tristeza. Todo eso quedó borrado cuando me levantaron la cabeza para verla salir y un sonoro llanto irrumpió en la sala. Atrás las luchas, los negativos, las citas y las terribles betaesperas que acababan una y otra vez en negativos. Atrás las punciones y los dolores, las esperas y los miedos de ver que pasaban los años y todo quedaba igual. Todo quedó atrás.

Me volvieron a llevar a la primera sala, y allí aparecieron todos, la familia de mi marido, y la mía, porque afortunadamente a mis padres y a una de mis hermanas le dió tiempo a llegar. Pero recuerdo con especial cariño cómo, en cuanto ví aparecer a mi marido nos fundimos durante minutos en un enorme abrazo de lloros sin decirnos una sola palabra, no hacía falta, sólo nosotros sabíamos lo que había sido este camino y lo que significaba ver a nuestro lado a nuestras niñas tan tranquilitas, despiertas, como si nada hubiera pasado.

Los siguientes días nos ayudaron mucho las familias y rehicimos nuestras vidas para dar la bienvenida a nuestras niñas, aprendiendo como dos novatos a dar bibis, cambiar pañales,....bueno, sobre todo él, porque yo estaba físicamente agotada después de todo, el reposo y los puntos no podía ni mantener en brazos a alguna de ellas.

Pero poco a poco lo fuimos superando y desde ayer estamos en casa, una casa que por fin se nos está quedando pequeña por lo inunda todo biberones, gasas y pañales, ....y sobretodo FELICIDAD.